fuerza impuesta en el galope y así resiste
la marcha desbocada de quien fue enamorada.
La partida fue siguiendo la jugada
y el corazón anegado en tanto fuego
pide piedad en la derrota, no es juego...
persiste en el recuerdo esa noche postergada.
Al volver, si puedes algún día, recuérdame
entre todos los espejos que me hubieren reflejado
y envuelta así en fina niebla suba eterna a tu tejado.
Camino, aire, reflejo, caricias, fuego...
instantes en dulce aleteo yo te entrego
mírame bajo el triste manto del ocaso.
Antonia.